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El Madrid amarga la celebración de Copa del Barça Lassa (74-101)

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24/02/2018 - 00:15

"La temporada ya es un fracaso" de esa agorera manera se despachaba Joan Bladé, responsable de la sección de baloncesto del Barça, en la presentación de Svetislav Pesic como nuevo entrandor blaugrana. Un par de semanas después, ese mismo equipo recibía a su eterno rival en Euroliga, celebrando en la previa, la consecución de un título tantas amarguras después. Todo un profeta el señor directivo. Hoy a siete partidos vista, el equipo al que él representa está a cinco partidos del corte de post temporada, virtualmente fuera de Europa, pero nadie de las casi 7.000 almas que vestían hoy el Palau pensaba en los fracasos del señor Bladé, después de que la institución a la que él representa levantara el primer título en casi tres años de dura travesía por el desierto de la nada baloncestística. 

Se reeditaba entonces un duelo, sólo cinco días después, lleno de resacas y reacciones, de aplausos y supuestos pasillos. El devenir de la memoria estaba tan reciente que era inevitable no asomarse a las imágenes del fin de semana pasado. El maestro Pesic había concluido su pócima mágica de aires frescos y simplificaciones para revertir tendencias ligueras. Mientras, el Madrid hacía parciales históricos finales que tan sólo le daban para adjudicarse el discurso del esfuerzo, en una final dominada desde el segundo cuarto por este nuevo Barça. Surgían polémicas al hilo de tweets misteriosos y jugadas de última hora, avivadas por una prensa generalista que no quiso ver el resto de tantas cosas buenas de ese póker de días tan apasionante que es siempre la Copa. Por suerte, esto no es fútbol y más allá de encontronazos perdonados y subliminales mensajes desde las redes a la profesionalidad de los jugadores blaugranas, se apagaban rápido los rescoldos para vivir un nuevo episodio del clásico del baloncesto nacional, aunque en un escenario muy diferente, entre medio de agasajos, ofrecimientos de trofeo y pabellón abarrotado.

Con las bajas de Sanders, Ribas y Oriola, Vezenkov tomaba un vuelo de última hora desde Bulgaria para completar el roster local. Por el Madrid se caía también Thompkins de los doce de Laso. Y para empezar, parcial de 0-9 de salida madridista contrarrestado por el MVP de la Copa, con dos canastas consecutivas sobre la defensa de Carroll. Lo tenía que parar el viejo nuevo ídolo Pesic ante la resaca de celebración y el vendaval blanco de revancha. El segundo triple del escolta de Wyoming ponía un loco 5-19 de ventaja visitante y el entrenador local buscaba soluciones en su mermado fondo de banquillo. Ni por esas arreglaba el descosido el Barça y el Madrid rompía el partido para un 13-30 de pura rabia blanca.  

Comenzaba más intenso el equipo local en el segundo acto, pero no le daba sino para llevar la mitad de puntos que su rival, después de 13 minutos de juego (17-34). Rugía el Palau con el bonus temprano de su equipo y la diferencia de faltas, que llevaba al Madrid a la línea para mantener las ventajas. No fluía tanto el juego visitante y poquito a poco, el Barça rascaba de posesión en posesión al ritmo de Tomic y Hanga, para no dejar la segunda mitad a las florituras del basurero de minutos. Un 2+1 de Navarro dividía entre dos la desventaja acumulada (33-43 min. 18) aunque un parcial final espectacular de los visitantes liderado por el circo de Campazzo estiraba de nuevo los dobles dígitos en el marcador para dejar la cosa en la pausa en 35-52. 

Con Claver de tres y Vezenkov al cuatro salía Pesic en busca de variantes con las que voltear la contienda y a los 43 segundos de choque ya llevaba el Madrid tres faltas cometidas. En cambio, penaba detrás esas rotaciones y recibía un vendaval de puntos para la máxima blanca (39-64 min. 23) con el cuarto triple de Carroll. Navarro ponía un par de canastas de resistencia, pero Ayón y Taylor se comían el aro local con dos mates para obligar a Pesic a llamar a sus chicos al banco e intentar, al menos, bajar la diferencia de la veintena. Se divertía el Madrid y un alley oop entre el encrespado Doncic y Ayon ponía un +25 que pronto se convertiría en el 57-83 con el que se llegaba a la última pausa. Partido acabado y sangre en forma de escandalosa ventaja para olvidar finales perdidas.

El último cuarto sólo servía para que el Madrid pusiera máxima tras máxima hasta llegar al +30 a 5 del final (62-92) o el +32 a tres minutos de la bocina y el desfile antes de tiempo de los más de 6.800 espectadores que vinieron hoy la mar de contentos al Palau a tomarse una copa y celebrar un título un par de años, varios entrenadores y muchas derrotas después. Está claro, todo un fracaso...

1 A toda fiesta le llega su resaca: se venían los agasajos y jolgorios típicos y tópicos de la celebración blaugrana, más si cabe cuando hacía tiempo que no se festejaban por el Palau este tipo de cosas. Pero ya se sabe que toda fiesta genera una resaca posterior, por mucho analgésico en forma de mensaje tranquilizador que se tome. Una salida enrabietada blanca culminaba el cóctel explosivo de un primer cuarto que casi sentenciaba el encuentro con marcadores que llegaron a reflejar un 10-30 visitante, maquillado por un triple final de Moerman. A partir de ahí, le tocaba remar a un Barça Lassa que por momentos parecía aquel equipo indolente de la etapa anterior o simplemente sobrepasado por el Redeem Team que parecía este Real Madrid de los primeros diez minutos de partido.

2 Las bajas y los incentivos: con tanto jugador lesionado, pocos entrenamientos y menos presión por mor de una clasificación imposible, recibía este Barça nuevamente campeón a un Madrid que sí o sí, necesitaba la victoria para pelear el factor cancha en los play offs de Euroliga. Una diferencia de tensión brutal que marcaría el partido y pondría las claves de tanta diferencia visitante. Con la temporada en Europa hecha y a la espera de una fase final nacional que permita luchar por el doblete, se dejaban llevar los de Pesic para recibir un correctivo típico de la temporada, que quizás duela más por ser ante quien es, pero que rápidamente se olvida cuando uno observa la belleza del trofeo ganado allá abajo por el subtrópico.

3 El equipo que espera: con Ayón recuperado para la causa, el juego interior blanco asusta sólo de observarlo. Con Randolph y Tavares poniendo su interminable envergadura al servicio de la cerrajería madridista, quien ose siquiera acercarse a sus dominios acabará escaldado y con la vergüenza de los posters y los gifs infinitos sobre sus tiros taponados. Con esa rotación completada hoy por Reyes y a la espera de la llegada del rey Llull, el punto de intensidad y juego que se viene de este Madrid a partir de ahora puede darle muchas más alegrías de las vividas en fin de semana pasado. Hoy, tanto el zurdo "esloveno" y Ayón por dentro, como Carroll ejecutando por fuera, acabaron con unas celebraciones blaugranas de la manera más directa y contundente. Mete miedo el equipo blanco que espera. 

 

 


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