Con un tufo de interinidad que todo lo impregnaba por el Menora Mivtachim Arena, más y mejor conocido como la mítica Mano de Elías, volvía el Barça post-Sito a la Euroliga para jugar con la virtualidad de las máquinas de calcular y con las posibilidades reales de abandonar, ya desde los albores de febrero, una competición de forma definitiva. Una cuestión casi que de milagros y de vírgenes morenas que ni largas trayectorias pueden en dos días cambiar.
Y todo ello con un tipo nuevo en la oficina. Aun sin confirmación oficial de la llegada de Pesic, Alfred Julbe asumía la jefatura del banquillo blaugrana, casi sin que nos dieran tiempo para asumir su contratación. Otro golpe de timón en una navegación errante marcada por un nuevo parche. Cuando una gran mayoría del basket nacional recibía la noticia como el agrado de los oasis entre tanta travesía desértica, todos los rumores, que no las confirmaciones oficiales, apuntan al retorno del ex técnico serbio al Palau.
De entrada y después de lujosos mensajes de vestuarios, Kurucs desde el filial y Sanders al cuatro, ambos dos de vuelta a la rotación en el quinteto titular para mandar mensajes a quien los quiera escuchar. Tres triples para empezar y 4-9 de inicio. Después del primer tiempo muerto de tv una continuación entre Navarro y Tomic para un 9-17 y sea Spahija quien tenga que parar el partido.
Sin embargo, la propuesta alegre de Julbe pone bastante al entrenador croata de los locales y aumentando el extraordinario nivel físico de su escuadra igualaba el partido con un parcial de 7-0 liderado por Jonah Bolden. Al final del primer cuarto y un par de triples después, 22-23 visitante. Más allá de análisis interesados y dónde y cómo juegue cada quien, nada que ver con los primeros cuartos de los últimos partidos blaugranas.
Se ponía fea la continuación y sonaban mucho los silbatos para una técnica y una antideportiva que daban la ventaja a la siempre substantiva Mano de Elías (29-25 min. 13). Las contras amarillas ante las pérdidas de control delante obligaban a Julbe a parar la sangría del 11-2 de parcial del segundo acto. Las puntadas hebreas sobre el rebote defensivo catalán permitían segundas y terceras opciones que los pívots locales sabían bien aprovechar. En un par de días pocas cosas se pueden arreglar. Esas, quizás ni en meses. Lo dicho, los milagros a las vírgenes.
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No es un secreto que el Macabbi se siente confortable jugando a la contra o en transición y así, aprovechaba para estirar hasta el +10 con una bandeja fácil de Roll (41-31 min. 18) y llegar a la pausa larga con un 46-38 que cambiaba las tornas de la contienda.
Como mandan los cánones de las viejas pizarras, comenzaba el Barça con un balón al poste bajo para que Tomic pusiera la primera canasta del tercer cuarto. Volvían a jugar fluido los de Julbe delante para ponerse a un punto y obligar al enfado de Spahija (51-50 min. 22). Llegaban a empatar incluso los visitantes, aunque un 10-0 de parcial amarillo liderado por Deandre Kane y Norris Cole generaba el enfado esta vez del banquillo contrario. Cortaba por fin el parcial Navarro con su segundo triple y Tomic seguía mejorando su % desde el tiro libre para dejar la cosa en un encogido 65-61 antes del cuarto final.
Un 3+1 de Ribas en la primera posesión después de los últimos dos minutos de agua, toalla e instrucciones empataba de nuevo el acta y subía los ánimos visitantes. Otro triple del desatado escolta badalonés les ponía incluso por delante, aunque Pierre Jackson devolvía rápido la delantera local. Se calentaba el base de Las Vegas para anotar y repartir y poner una poca de distancia (77-71 min. 34). Con toda su artillería negra en cancha, Spahija apostaba por las piernas, el músculo y el talento de Norris Cole para acariciar la victoria. Hanga, en cambio y recuperando puntos ahora que su entrenador favorito no está en la banca, hacía su tercer triple de la noche para mantener la esperanza (83-78 min. 37) aunque Jackson con cinco puntos seguidos convertía la victoria de Julbe en su partido como entrenador del Barça en otro milagro (88-78).
El último minuto ya sobraba, que visto los postreros partidos del equipo ni tan mal estaba. En cambio, el resultado era el mismo que el de casi siempre. La decimoquinta derrota para abandonar proyectos europeos y centrarse definitivamente en la competición doméstica. Y es que en dos días, los milagros a Lourdes o a La Moreneta.
1 Una interinidad para jugar nuevamente a baloncesto. Comenzaba su exiguo periplo por la capitanía del banco blaugrana Alfred Julbe con un discurso para grabar y repetir, aludiendo a la diversión y a la sonrisa, esa que tan poco se ha visto por Can Barça en los últimos tiempos. Le daba aire el octavo entrenador con más partidos en ACB a este equipo tristón y cicatero que buscaba excusas donde difícilmente era encontrarlas y con nuevas caras en el quinteto titular. Acciones para la galería que dirán algunos o para marcar caminos de futuro que podrán pensar otros. En cualquier caso, ni primeros cuartos horripilantes ni partidos perdidos al descanso. Ni records negativos, ni desconexión o discusiones entre jugadores. Ni malas caras. Tampoco sonrisas, pero poco más se puede pedir en dos días. Al menos, jugar de nuevo a baloncesto.

2 Músculo y piernas para dar donde más duele. Spahija se la sabía enterita. Conociendo de la indolencia blaugrana en las posiciones más cercanas al aro, grababa a fuego en todos sus jugadores la imperiosa necesidad de atacar el rebote ofensivo de su equipo. Así, primero Bolden y después casi todo el que vestía de amarillo sacaba rédito de las segundas y terceras oportunidades para lidiar aires frescos blaugranas. Entre eso y el talento de la ristra de jugones exteriores encabezados por el “bajito” Jackson seguían manteniendo el ritmo alto de partido para irse a los 94 puntos y mantener el puesto de corte en la clasificación.
3 La vida sigue igual. A pesar de los esfuerzos y los mensajes de Julbe, la vida para este Barça Lassa sigue igual. Decimoquinta derrota en Europa y ocho partidos por delante para un completo ejercicio de intrascendencia de aquí a los cruces. Repetía este equipo pecados de todo el año, como su indolencia en el rebote, sus carencias en las recuperaciones defensivas, su inconsistencia y los parciales a favor y en contra como ruletas y máscaras de tristeza y felicidad. Poco que achacar al entrenador barcelonés y mucho que hacer para el serbio Pesic. Algo que ver tendrán también los jugadores, algunos más implicados hoy que otras veces y otros a los que todavía se espera. Y es que quizás, los pecados estén un poco más arriba. Allá donde habitan las vírgenes.

